Un lugar llamado ...
Querido niño de un lugar llamado mundo, hoy quiero dedicarte unas líneas que se que nunca leerás. También sé que aunque alguien te las lea seguramente no les prestes atención porque estarás más ocupado construyendo una torre muy alta, ordenando en una fila perfecta esos coches con los que tanto te gusta jugar o rompiendo papeles hasta que consigan un tamaño tan minúsculo que sean imposibles de recoger.
Hoy me he sentado frente a mi ordenador y he querido escribir sobre ti. Bueno, más bien escribirte a TI para contarte todo lo que he visto y veo en ti.
Me encantaría que supieras que dónde los demás ven un niño que grita "sin ton ni son" yo veo una forma de comunicación que nadie como tú sabe hacer tan bien.
Quiero decirte que nadie como tú me ha transmitido tanta angustia cuando no comprendes algo o cuando no eres capaz de decir lo que quieres o sientes. Pero de la misma forma, nadie como tú me ha enseñado el significado de la palabra autosuperación y orgullo. Si, exacto, hablo de cuando se te dibuja esa sonrisa en la boca cuando consigues algo tan, aparentemente, simple como pedir agua o no morderte la mano para no hacerte daño.
También quiero que sepas que ese microsegundo en el que me miras vale mucho más que todo el oro del mundo. El tiempo es relativo, y eso también me lo has enseñado tú.
Me encanta cuando te adentras en un mundo secreto que solo tú eres capaz de alcanzar. Entonces aleteas las manos como si intentarás volar al País de Nunca Jamás, también te balanceas, otras veces miras al vacío y le sonríes a "La Nada". Quizás, hayas descubierto una "Nada" que en vez de destruir la fantasía, la construya.
Pero lo que más me gusta de todo, es cuando yo también aleteo mis brazos, me balanceo y repito eso que estás diciendo. Y entonces, de forma mágica, conectas conmigo. Me invitas a caminar por un sendero azul que conduce a ese mundo secreto ... y solo unas pocas privilegiadas como yo sabemos lo especial que es.
Hoy quiero darte las gracias por ese ratito "nuestro" a la semana que me regalas. Y no solo por eso, gracias por enseñarme que la clave no está en la cantidad de las cosas sino en la calidad.
Mientras tanto, yo seguiré caminando por el sendero azul para seguir descubriendo lo fascinante que es ese mundo llamado autismo.