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Cómo manejar los celos entre hermanos


Cuando ya eres madre y descubres que estás embarazada, sabes muy bien qué es lo que eso representa en tu vida, pero lo que la mayoría de los padres no se dan cuenta de lo que un hermano va a representar para la vida del primogénito de la familia.

Personalmente no sé como se siente uno al ser arrancado del trono porque soy la pequeña de mi familia, pero imagino que no debe ser agradable. A veces éstas situaciones acaban en los famosos celos.

Los celos son una manifestación emocional que se traduce en conductas absolutamente normales y esperables en el niño pequeño ante la llegada de un nuevo hermanito. Basta con ponerse en el lugar del niño que hasta ese momento ha recibido todo el afecto y la atención de sus padres con exclusividad.

Los niños se rigen por un pensamiento lógico (causa-efecto) y para ellos el nuevo hermanito le ha apartado del cariño de sus padres, que se ha convertido en un rival (sobre todo si ambos hermanos son del mismo sexo). Si a esto le sumamos las tendencias egocéntricas del niño pequeño, también absolutamente normales, y sus limitaciones para manejar este tipo de emociones complejas, el cóctel está servido.

Como las rabietas, los efectos de unos celos mal resueltos pueden cambiar el caracter del niño o aumentar algunos defectos de su temperamento como el egoísmo, la envidia o la codicia. Ningún niño está preparado para recibir otro hermano y la recepción de la noticia depende únicamente de sus padres. Por esta razón es importante hablar con los niños y explicarles cada situación.

EN EL MOMENTO DEL EMBARAZO

En esta situación los padres deberían ser los encargados de comunicarles la noticia a los hermanos. De esta forma se sentirán importantes y parte del equipo. Además yo recomiendo que en la medida de lo posible los padres pueden llevarse a los hijos a las ecografías para hacerles participes del desarrollo de su nuevo hermanito. También pueden participar en la elección del nombre, habitación, ropa etc.

Durante esta etapa del embarazo se le puede ir explicando a los niños cuánto dura el embarazo, los cambios corporales e incluso decirle que él también estuvo ahí antes de nacer. Igual que los adultos necesitamos clases de preparación al parto bajo mi punto de vista los niños también las necesitan. Es necesario explicarles que mamá estará ausente durante un tiempo y que papá también estará ayudandole.

Yo soy muy fan de los cuentos para niños. Un buen libro es "Cuando Nace un Hermanito" de Emily Menendez-Aponte, que ofrece una guía para los hermanos mayores.

Si el niño mayor necesita ser cambiado de habitación, habrá que hacerlo unos meses antes ya que así no asociará el cambio a la llegada del bebé y no le culpará. La habitación será bonita y atrayente para que el cambio no le resulte un trauma o se niegue. Se pueden comprar pósters de sus héroes favoritos y un nuevo edredón, de esta forma entirá que él también se beneficia de su nuevo hermano.

DESPUÉS DEL NACIMIENTO

Una vez ha nacido el bebé, hay que intentar que sea el hermano el primero en visitarlo y en la medida de lo posible hay que permitirles un espacio de intimidad para que se conozcan. Una vez sea el momento de que entren más personas dejar que los niños decidan qué papel quieren cumplir. La mayoría de veces se emocionan y quieren ser ellos los encargados de presentar a su nuevo hermanito, otras veces se muestran tímidos. Sea como sea dejarles que actúen como ellos se sientan más cómodos.

Una vez llegan las visitas llega otro momento complicado, los regalos. Se puede ayudar al hermano dejándole que escoja el que más le gusta y dárselo "de parte de su hermanito." Así el hermano mayor no se sentirá desplazado y ayudará a que no aparezcan los celos.

UNA VEZ EN CASA

La llegada a casa implica vuelta a la rutina. En este momento se pueden producir importantes cambios conductuales en el hermano mayor, incluso hasta producir regresión. Por ejemplo: niños mayores vuelven a exigir biberones, cuando ya lo habían abandonado o vuelven a succionar el pulgar o a orinarse en la cama. Hay que tener mucho cuidado de no hacer distinciones en el tiempo que se dedica a uno y otro hijo y en la atención que se les da, aunque la forma de dar cuidados y protección sea diferente, muchas veces se escucha a padres que dicen a los hijos “es que en estos momentos tu hermano me necesita más”, hay que evitar decir esto, ya que el niño observará que si uno es menos autónomo, si no puede comer por si solo, si no controla esfínteres, etc., mamá está más tiempo con él. Así, la solución para obtener mayor atención es muy sencilla: tendrá una regresión a actividades que ya tenía controladas, como el control de esfínteres, para que mamá lo cuide a él igual que al hermano pequeño. Todos necesitamos del cuidado de nuestros padres siempre, independientemente de la edad que se tenga y de lo independiente que se sea. Además, pueden mostrarse tristes e irritables y aprovechar los momentos en que no son observados para agredir físicamente a su hermanito.

Para solventar estos problemas vamos a tratar de comprender qué sienten y qué piensan estos niños. El razonamiento de estos niños es parecido al siguiente: "mamá prefiere al bebé porque es más pequeño", por lo que "si me vuelvo a comportar como cuando era bebé, seré nuevamente el preferido". Este problema, llamado comúnmente "Complejo de Caín" se resuelve resaltando las ventajas de ser mayor.

Cuanto más pequeño sea el niño, más notará la llegada del nuevo hermanito, más difícil le resultará superarlo, menos herramientas posee para manejar la nueva situación y adaptarse a ella (hasta los 6-7 años su sentido de afecto se basa en el egocentrismo, y por ello le costará mucho ponerse en el lugar de los otros). Por otro lado, cuanto más pequeño, mayor es la dependencia con respecto a sus padres.

Aunque parezca obvio es uno de los temas más dificiles de cumplir: No modifiar la rutina diaria del hermano mayor. A veces es irremediable, si esto ocurre conviene hacerlo con mucha anticipación y con su ayuda, para minimizar confusiones.

En la medida de lo posible hay que involucrar al hermano mayor en las tareas diarias. Por ejemplo: puede ayudarte a peninar al bebé, a ponerle cremita, contarle un cuento, acercarte el pañal, etc.

Si en algún momento el hermano mayor ignora al pequeño hay que respetarle. No forzar a que se acerce al recién nacido, quizás necesite su espacio para asimilar la llegada del "intruso" en la familia.

Otro momento difícil llega curiosamente en el momento en que el hermano pequeño empieza a sostenerse en pie. De repente el bebé, aceptado como alguien no competitivo, se convirtiera en un rival peligroso una vez que pone los pies en el suelo. Lo mismo ocurrirá cuando empiece a hablar. Estos dos momentos son clave ya que en esta etapa los pequeños llaman mucho la atención porque están graciosos y descuidan a los mayores que ya no lo están tanto.

La duración de la situación de celos que vive un hijo en la familia depende mucho de la actuación de los padres. Sus consecuencias sobre el hijo mayor o los hijos mayores pueden quedarse en una crisis temporal, que se padezca dentro de unos límites razonables, o enquistarse durante toda la infancia. La intervención de los padres es esencial para que los celos no representen un sufrimiento para el niño mayor, evitando que la rivalidad entre los hijos sea duradera.


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